miércoles, septiembre 07, 2011

I

Que duro es pensar que todo lo que uno tiene que ofrecer es poca cosa, como si de lo que estuviéramos hecho fuese el desperdicio de los demás, algo que no alcanza a ser más que un despojo.. y sin embargo aun así creo que soy poco menos que eso. La vida me a llevado por caminos inhóspitos y llenos de tragedias y alegrías; a lo largo de este viaje, él cual llega a su fin, puedo decir que he acumulado un sin numero de cadenas y de valijas, todas y cada una de ellas, no fueron elegidas o cargadas en mi espalda, no... más bien soy como un imán, que acuña los metales que están cerca de él, así es como me apropie de todo esto que cargo. Los libros, la casa, los trabajos, el carro y mi hijo. Todo acuñado de una manera espontánea, sin premeditación y sin plantación, supervivencia del menos apto. Hace mucho tiempo, deje atrás mis ilusiones por cumplir mi papel dentro del sistema, porque así es la vida, como una gran obra de teatro, ja… esa frase suena a lo que mis abuelos decían.. o fue en un libro?, lo que importa realmente no es la fuente, sino el significado que encierra. Nos responde la respuesta primordial, la primera y única raíz de la filosofía… para que estamos aquí. Es pues estar interpretando un papel. El cual uno no elige y mucho menos controla, depende pues de alguien mas, sin embargo quien o para que, resultan otras preguntas a las cuales, una respuesta sincera no tengo. La interpretación de ser lo que uno es, me resulto tan impositor que todo aquello con lo que soñé, con los libros, el cigarro en la boca, la taza de café, una barba añeja y un montón de ideas plasmadas en la revolución del pensamiento, quedo como una imagen de un pintor ya conocido, como la idealización de un sueño que nunca podrá ser… resulta irónico pensar que todos tenemos a ese bohemio en nuestra mente cuando trabajamos en los horarios de oficina y no somos capaces de separar esa ficción de nuestra realidad tan pulsante y tangible, pensando que un día, ese viejo llegará, como una recompensa a nuestro esfuerzo. A ella la conocí una tarde, cuando aun estaba matriculado en la universidad, su rostro no era nada fuera de lo normal, su cuerpo; lejos de ser una escultura de pureza y delicadeza, terminaba por ser una curva muy pronunciada dentro de un camino recto. Sin embargo, a pesar de su falta de unicacidad (LOL) existió lo que los esotéricos, místicos y wiccas, llaman “Alma Gemela”. Una chispa, un destello, un imán que me atrajo a ella, lo irónico es que no cruce palabra con ella de inmediato. Me conforme con mirar, vouyerista de la cotidianidad, contestar el teléfono, tomar notas de la clase o hacer preguntas, saludar e ir por el café en las tardes, cuando el sol despojaba los patios de su tonos verdes y grises, para tornar el ambiente bohemio, amarillento por las lámparas viejas y la poca iluminación de la facultad.

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